viernes, 13 de noviembre de 2009

No, tú no sirves para bailarina

Por: Francisco Javier Nieves Aguilar. Periódico Expres


Una joven tomó clases de ballet durante su infancia y decidió que era el momento de convertir su pasatiempo en un una profesión; deseaba ser la mejor bailarina pero tenía que demostrar su talento.
Cuando llegó al teatro, en una gran ciudad donde se realizarían las evaluaciones de ballet, fue a los camerinos antes de iniciar la prueba y habló con el Director: “Quisiera llegar a ser una gran bailarina, pero no se si tengo el talento necesario” , le dijo... “Dame una demostración de lo que puedes hacer”, respondió el maestro.
Transcurridos cinco minutos la interrumpió, y moviendo la cabeza en señal de desaprobación le dijo: “No, no tiene lo necesario para ser bailarina”.
La joven llegó a su casa con el corazón roto; arrojó las zapatillas en un armario y nunca las volvió a usar.
Al paso de los años se casó, tuvo hijos y tomó un empleo en un supermercado. Años después asistió a una función de ballet y en la salida se encontró con el Director que alguna vez la examinó.
Ella le recordó su charla y le mostró fotos de sus hijos y platicó un poco de su vida, para luego decirle: “Hay algo que nunca entendí; ¿Cómo supo tan rápido que no tenía dotes de bailarina?”... El Director respondió: “No lo supe; tan solo le dije lo mismo que le digo a todas”... “¡Pero eso es imperdonable!, le reclamó la mujer. Pude haber sido la mejor bailarina; usted arruinó mi vida”... El maestro respondió: “No lo creo; si hubieras tenido los dotes necesarios y una verdadera vocación para bailar no habrías prestado tanta importancia a lo que te dije; y te habrías esforzado mas aún para mejorar día a día”.
Nunca podremos vencer cuando desde un principio nos sentimos derrotados, en la vida no solo el valiente o el veloz o el fuerte triunfan, tarde o temprano solo quien cree en sí mismo y nunca se da por vencido es quien vence ante todas las adversidades.

...

Personalmente, me encanta este cuento, y su moraleja. En general, hacer lo que uno quiere y le gusta no es fácil, tendemos a conformarnos con lo que la vida y sus circunstancias nos van imponiendo, y nos dejamos modelar por las vicisitudes de un día a día, a veces duro, para muchos. Creo que lo que realmente tenemos que mantener es el entusiasmo por aquello que hacemos, creer en ello, y en nosotros, creer que tal vez, sólo de esa manera, podemos aportar nuestro pequeño granito de arena al mundo, haciéndolo un poquito mejor, dar nuestra pincelada de color.

Creo que no sería quien soy si no bailara. Cuando te das cuenta, de que no podrías ser la misma persona si no hicieras algo que haces, o si has dejado de ser quien eras cuando abandonaste tu dedicación a algo, empiezas a concienciarte de algo, pase lo que pase, ese es tu camino.

Y el camino, amigos, es lo más importante. A veces, verás que había amistades cercanas, que no lo eran tanto, envidias, asuntos turbios, críticas a las espaldas, en los mejores casos. El mundo de la danza es como todos, imagino, pero a veces se convierte en una lucha encarnizada, salpicada de lentejuelas. Todos luchamos por un hueco en ese limbo, tener trabajo, bailar en los mejores sitios, rodeada de la mejor gente, hacerse un nombre, tener publicidad, tener suerte, y en definitiva, no rendirse.

Lo fácil es tirar la toalla. Amilanarse, apartarse. En un mundo donde todos perseguimos la notoriedad, el reconocimiento, muchas veces, lo más importante en juego es una cosa: nuestro corazón, nuestra ilusión, que nada encierre nuestro sueño en el cajón.

El corazón de una bailarina, me aventuro a decir, que tal vez sea una de las cosas más frágiles de este mundo, crean, se emocionan, salen al escenario, se dan a su público, se exponen, con el alma en carne viva a los demás, se dejan un poco de ellas en el ambiente, y se van más llenas de lo que venían.

Bailar y dar clase de danza, produce en mí ese tipo de satisfacción, una retroalimentación de conocimientos, de energía, de risas, de las ansias de aprender, con las ganas de enseñar, de mis alumnas, que se entregan a los movimientos, que las veo sonreir cuando ven que les salen los movimientos, que se sienten agusto, que están disfrutando del ambiente, de la música, de las compañeras.

La enorme gratitud que siento al poder vivir estos momentos, me lleva a pensar que el camino merece la pena, con creces, que las trabas del camino, sólo te hacen coger experiencia y dinamismo, que para el primero que bailas es para ti mismo, y luego para los demás.

Que tu mejor público es el más receptivo, y la mejor bailarina, la que sabe embaucar y sacar por unos instantes a la gente de sus mundos actuales.

Por ello, y por mucho más,
bailarina, no te rindas,
nunca dejes de bailar.

Jessica.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Like the Wind


Dejo mi nombre en la puerta,
Dejo la piel entreabierta
Me dejo llevar por la entrega,
Que se lleva a mi alma suelta…

Jessica.